“Decídase, señor escritor, y una vez, al menos, sea usted la flor que huele en vez de ser el cronista del aroma. Poca gracia tiene escribir lo que se vive. El desafío está en vivir lo que se escribe” Eduardo Galeano

martes, 15 de julio de 2008

Sueño


Un cuerpo estaba recostado sobre la cama y soñaba. Ayer se acostaba pensándola y hoy se levanta con el sueño entre los ojos, se pasa el día pensando e imaginando. Anoche soñó con un alma, soñó que ella lo miraba, sus ojos reposados en los de él, brillando más que nunca, como siempre. Ella serena, delicada y blanca. Cada vez que miraba sus ojos sentía que perdía los sentidos o los sentidos lo hacían perderse. Anoche soñó con ella y recién en la vigilia se dio cuenta de que no fue anoche, que es hoy, que es siempre, que a toda hora sueña con esa cara brillante que solo un niño puede retratar si dibuja al sol sonriendo.
Fue anoche que soñó con un alma limpia y su sonrisa no se le va de los ojos. Es peor cuando los cierra, la sonrisa se hace más grande, los pómulos se hinchan, la cara se arruga, un alma radiante de simpatía, es opacada por esta lluvia que nubla sus sentimientos.


Por Mano

Incierto pero real

Ella es así. Él solo sabe que se puede y deja ver. Ella mira sin ver, como es mirada por ojos tristes, que entristecen más con su dulce mirada. No toma en cuenta ni ignora, sabe que es ella y nadie más. Hay muchos que caminan en el lugar, pero una sola que sabe volar. Sencilla, común, brote único, colorido y brillante. No se sabe tan hermosa, o si, pero él la ve tan inocente que descarta la posibilidad de que ella sepa lo radiante que está. Él sabe cosas que ella no, pensarla. Ella no sabe, creo que él nunca sabrá.
Vuelve a los días radiantes y se refleja ante tantos cuerpos. La única capaz de no diferenciarse entre esta mezcla de pensamientos y jardín, alma pura, reina. Más que su imagen no conoce. Ignora muchas cosas de ella, que son secundarias al saber lo que sabe.


Por Mano