“Decídase, señor escritor, y una vez, al menos, sea usted la flor que huele en vez de ser el cronista del aroma. Poca gracia tiene escribir lo que se vive. El desafío está en vivir lo que se escribe” Eduardo Galeano

jueves, 11 de junio de 2009

Juego de mesa

Sentí que alguien me agarró fuerte del brazo. Me entró violentamente a un lugar raro. Era un cuarto con muy poca luz, una sola ventana chiquita dejaba entrar la poca luz que la luna brindaba. Eran confusos los rasgos de su cara. Nunca antes había visto ese rostro. Me sentó bruscamente, me miró a los ojos un buen rato. Me hizo algunas preguntas que no recuerdo y luego comenzó a enseñarme un juego.
En una pequeña mesa de madera había un tablero de cartón sin muchos colores y varias fichas del mismo tamaño pero diferente color desparramadas por encima. El juego era algo tradicional, estricto (creo que obligatorio, “todo niño que pase por aquí deberá jugar”) y alentaba mucho a la competencia. Una serie de participantes, no importa su origen ni características personales (las reglas son las mismas para todos), comenzaban en el casillero cero. A medida que se iban contestando preguntas correctamente se iba avanzando. Por contestar mal, hacer trampa o desobedecer las reglas del juego había distintos castigos. La metodología del juego era incuestionable. Uno pregunta y los demás, según el turno, responden. Las afirmaciones no se someten a discusión: sí son correctas el jugador avanza, sí son incorrectas se le designa la pena correspondiente. Esa es la única expresión e intervención posible de los jugadores y, entre ellos, no hay más relación que la que la competencia promueve al beneficiar sólo al que llega primero. Para esto sólo es posible un camino ya dibujado, quien mejor se adapte podrá recorrerlo con más velocidad. No es problema del juego el que no se adapten algunos jugadores, estos últimos serán expulsados y el juego continuará para los que sí supieron adaptarse.
Me levanté transpirando, con más nervios que con los que me había dormido, para ir a mi primer día de clases.


Por Mano

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