“Decídase, señor escritor, y una vez, al menos, sea usted la flor que huele en vez de ser el cronista del aroma. Poca gracia tiene escribir lo que se vive. El desafío está en vivir lo que se escribe” Eduardo Galeano

lunes, 14 de abril de 2008

La otra suerte de Teodoro Méndez Acubal

a Rosario Castellano

-¡Ladrón! ¡Ladrón!
Lo que le siguieron a Teodoro Méndez Acubal fueron años interminables e incontables en la cárcel. Un ex mercader acusado no solo de ladrón sino también de loco fue su gran compañero de celda. El viejo Álvaro había tenido una infancia de rico, una adultez de pobre y vagabundo y una vejez de preso lo veía morirse de a poco. Álvaro se acerco mucho a Teodoro, durante toda su vida había tenido problemas y soluciones (aunque más de los primeros) por juntarse con los chamulas a quienes admiraba y, en su época en libertad, copiaba mucho, sin duda causa de que esa maravillosa época se terminara. La relación entre los dos crecía cada vez más. Cada vez se entendían más entre ellos y entendían menos a los que se encargaban de marginar a ambas culturas.A los diez años de convivencia Álvaro se vestía como Teodoro, quien usaba la barba larga como Álvaro. Compartían ritos característicos de los chamulas que Teodoro enseñaba y los dos leían y escribían en castellano. Una fusión cultural tan rica como novedosa.Con el dolor por la muerte de Álvaro surgieron en Teodoro varias reflexiones expresadas en papeles que le quedaban la misma cantidad de vida que a él. Teodoro murió al poco tiempo de la muerte de su amigo teniendo una concepción muy particular de lo que son las diferencias y las igualdades entre los hombres. Murió mudo gritando “libertad e igualdad”.

Por Mano

1 comentario:

efervescenscia sensacional dijo...

Todas estas letras me hacen pensar en la naturalización que vienen haciendo las sociedades -desde hace unos pares de siglos- respecto de las instituciones carcelarias.

Fucó me habilita a decir que las cárceles son parte de todo sistema de exclusión.
"¡Debemos mantener a la muchedumbre al filo de un miedo que les atraviese la carne! Con la mera amenaza de encierro, el respeto a la Norma los conducirá como algo ineludible... Se hace necesario encerrar a algunos, por la exigencia exclamativa de (¡SEGURIDAD!); pero más vale dejar al resto en las calles para seguir legitimando la existencia de las cárceles y los policías..."

Mientras continuemos viviendo bajo capitalismo, o mejor, bajo cualquier sistema excluyente, seguirá habiendo cárceles y policías. Y seguirá habiendo, también, hombres y mujeres que sigan luchando por la IGUALDAD y por su (o la) LIBERTAD...